Desde que China invadió el Tíbet en 1949, el pueblo tibetano ha sido sometido a una política de exterminio físico y cultural. Más de un millón de tibetanos ha muerto por haberse opuesto a la opresión del Gobierno chino. Ejecuciones y torturas constituyen la cotidianidad de una política represiva que no ha tenido la voluntad de escuchar el clamor de millones de ciudadanos del mundo que exigen el término del sufrimiento tibetano.
La violación a los derechos humanos del pueblo tibetano llega a tal punto que muchos emprenden la larga y peligrosa travesía de cruzar los Himalayas para escapar hacia la India.
Muchos no resisten tan cruda experiencia, falleciendo congelados en el intento, mientras que muchos otros mueren asesinados por francotiradores chinos en las montañas. Los que sí logran cruzar se exponen a pagar un alto precio en su integridad física, ya que es normal que sufran la pérdida de extremidades y dedos por congelamiento.
➜ S.S. el Dalái Lama se vio obligado a abandonar el Tíbet en el año 1959 debido al inminente peligro que corría su vida. Desde esa época vive su exilio en Dharamsala, India. Como líder espiritual del Tíbet ha sido y es el mayor baluarte para la comprensión del mundo sobre la tragedia tibetana. En 1989 S.S. el Dalái Lama recibió el Premio Nobel de la Paz gracias a su lucha incansable y sin violencia por el derecho a la libertad del pueblo tibetano.
Hoy en día, hay aproximadamente 200.000 tibetanos viviendo en el exilio a lo largo de todo el mundo (en 40 países), mientras que otros 6 millones siguen luchando contra la opresión en su tierra natal. Miles de personas han «desaparecido» y miles más siguen en las cárceles o campos de trabajos forzados.
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