Dalái Lama Ecología Enseñanzas del Dalai Lama

El árbol protector de la interdependencia

Poema de reflexiones de un monje budista sobre la responsabilidad ecológica

Durante el curso de mis extensos viajes a países de todo el mundo, ricos y pobres, del Este y del Oeste, he visto a gente deleitándose con el placer y a gente sufriendo. El avance de la ciencia y la tecnología parece haber logrado poco más que una mejora lineal y numérica; el desarrollo a menudo significa poco más que más mansiones en más ciudades. Como resultado, el equilibrio ecológico —la base misma de nuestra vida en la tierra— se ha visto muy afectado.

Por otra parte, en tiempos pasados, el pueblo del Tíbet vivía una vida feliz, sin problemas de contaminación, en condiciones naturales. Hoy en día, en todo el mundo, incluido el Tíbet, la degradación ecológica nos está superando rápidamente. Estoy plenamente convencido de que, si todos nosotros no hacemos un esfuerzo concertado, con un sentido de responsabilidad universal, asistiremos al desmoronamiento gradual de los frágiles ecosistemas que nos sustentan, lo que dará lugar a una degradación irreversible e irrevocable de nuestro planeta, la Tierra.

Estas estrofas han sido compuestas para subrayar mi profunda preocupación, y para hacer un llamado a todas las personas interesadas a hacer esfuerzos continuos para reservar y remediar la degradación de nuestro medio ambiente.

1. Oh Señor Tathagata
Nacido del árbol de Iksvakus,
el inigualable,
que, viendo la naturaleza omnipresente
de la interdependencia
entre medio ambiente y seres sensibles,
Samsara y Nirvana,
lo que se mueve y lo inerte,
enseña al mundo por compasión,
danos tu benevolencia.

2. Oh el Salvador,
el que se llama Avalokitesvara
y personifica el cuerpo de la compasión
de todos los Budas.
Te suplicamos que hagas que nuestros espíritus maduren.
y que fructifiquen para observar la realidad
desprovista de toda ilusión.

3. Nuestra obstinada egocentricidad
enraizada en nuestras mentes
desde el tiempo sin principio
contamina, corrompe y ensucia
el medio ambiente
creado por el karma común
de todos los seres conscientes.

4. Los lagos y estanques han perdido
su claridad, su frescura.
La atmósfera está envenenada
el dosel celeste de la naturaleza en el firmamento ardiente
ha estallado en pedazos
y los seres sensibles sufren enfermedades
desconocidas antes.

5. Montañas de nieve perenne resplandecientes en su gloria
se inclinan y se funden en agua.
Los majestuosos océanos pierden su equilibrio eterno
e inundan las islas.

6. Los peligros del fuego, el agua y el viento son ilimitados.
El calor sofocante seca nuestros exuberantes bosques
azotando nuestro mundo con tormentas sin precedentes
y los océanos entregan su sal a los elementos.

7. Aunque la gente no carece de riqueza
no puede permitirse respirar aire limpio.
Las lluvias y los arroyos no están limpios
mas quedan como líquidos inertes e impotentes.

8. Seres humanos
e incontables seres
que habitan el agua y la tierra
se retuercen bajo el yugo del dolor físico
causado por enfermedades malignas.
Sus mentes están entorpecidas
con pereza, estupor e ignorancia.
Las alegrías del cuerpo y del espíritu
están muy, muy lejos.

9. Contaminamos sin necesidad
el hermoso seno de nuestra madre tierra
arrancando sus árboles para alimentar nuestra avaricia miope,
convirtiendo nuestra tierra fértil en un desierto estéril.

10. La naturaleza interdependiente
del entorno externo
y la naturaleza interna de la gente
descritos en tantras
y en el campo de la medicina y la astronomía
ha sido reivindicado ciertamente
por nuestra experiencia actual.

11. La tierra es el hogar de los seres vivos
iguales e imparciales de los móviles y de los inmóviles.
Así habló el Buda con voz veraz
con la gran tierra como testigo.

12. Igual que un ser noble reconoce la bondad
de una madre sensible
y la recompensa por ello,
así, la tierra, la madre universal
que nutre por igual
debe ser considerada con afecto y cuidado.

13. Abandona el desperdicio
no contamines la naturaleza limpia y clara
de los cuatro elementos
ni destruyas el bienestar de la gente.
Mas sumérgete en acciones
que sean beneficiosas para todos.

14. Bajo un árbol nació el gran sabio Buda.
Bajo un árbol, superó la pasión
y alcanzó la iluminación.
Bajo dos árboles pasó al Nirvana,
verdaderamente, el Buda tenía al árbol en gran estima.

15. Aquí, donde la emanación de Manjusri,
el cuerpo de Lama Tson Khapa floreció.
Está marcado por un árbol de sándalo.
con cien mil imágenes de Buda.

16. ¿No es bien conocido
que algunas deidades trascendentales,
y deidades y espíritus locales eminentes
hacen su adobe en los árboles?

17. Los árboles florecientes limpian el viento.
Ayúdanos a respirar el aire sustentador de la vida.
Complacen a la vista y calman la mente,
su sombra hace de lugar de descanso bienvenido.

18. En el Vinaya, el Buda enseñó a los monjes
a cuidar de los árboles tiernos.
De esto, aprendemos la virtud
de plantar, de cultivar árboles.

19. El Buda prohibió a los monjes cortar,
hacer que otros corten plantas vivas,
destruir semillas o contaminar el césped verde fresco.
¿Acaso esto no nos inspira
para amar y proteger nuestro medio ambiente?

20. Dicen que en los reinos celestiales
los árboles emanan
las bendiciones del Buda
y hacen eco del sonido
de doctrinas budistas básicas
como la impermanencia.

21. Son los árboles los que traen la lluvia,
los que contienen la esencia de la tierra.
Kalpa-Taru, el árbol del cumplimiento de los deseos
Reside virtualmente en la tierra
para servir a todos los propósitos.

22. En tiempos de antaño
nuestros antepasados comían los frutos de los árboles,
llevaban sus hojas,
descubrieron el fuego por la fricción de la madera,
se refugiaban entre el follaje de los árboles
cuando se encontraban en peligro.

23. Incluso en esta era de la ciencia,
de la tecnología,
los árboles nos dan refugio.
Las sillas en las que nos sentamos,
las camas en las que nos acostamos,
cuando el corazón está en llamas
con el fuego de la ira
impulsado por las disputas
los árboles traen frescura refrescante y bienvenida.

24. En los árboles yacen los rugidos
de toda la vida en la tierra.
Cuando desaparezca
la tierra ejemplificada por el nombre
del árbol de Jambu
no quedará más que un triste y desolado desierto.

25. Nada es más querido para los vivos que la vida.
Reconociendo esto, en las reglas del Vinaya
el Buda establece prohibiciones
como el uso del agua con seres vivos.

26. En la lejanía del Himalaya,
en los días de antaño, la tierra del Tíbet
observó la prohibición de la caza y la pesca
y, durante los períodos designados, incluso la construcción.
Estas tradiciones son nobles
porque conservan y aprecian
la vida de criaturas humildes, indefensas e impotentes.

27. Jugar con las vidas de otros seres
sin sensibilidad ni vacilación,
como en el acto de cazar o pescar por deporte,
es un acto de violencia innecesaria e imprudente,
una violación de los derechos solemnes
de todos los seres vivos.

28. Estando atentos a la naturaleza
de la interdependencia de todas las criaturas
tanto animadas como inanimadas
nunca debemos cejar en nuestros esfuerzos
de preservar y conservar la energía de la naturaleza.

29. En un cierto día, mes y año debemos observar
la ceremonia de plantación de árboles.
Así, cumplimos con nuestra responsabilidad,
y servimos a los demás seres,
lo que no sólo trae la propia felicidad
sino que beneficia a todos.

30. Que la fuerza de observar lo que es correcto
y la abstinencia de prácticas equivocadas y de malas acciones
alimente y aumente la prosperidad del mundo,
que vigorice a los seres vivos y les ayude a florecer,
que la alegría silvestre y la felicidad prístinas
siempre aumente, siempre se extiendan y abarquen todo lo que es.

Fuente original: Casa del Tíbet México