Mientras líderes mundiales se reunían en Belém, capital del estado brasileño de Pará, en la selva amazónica, para la COP30, celebrada del 6 al 21 de noviembre, con la Amazonía en el centro de atención, una pequeña delegación del Stockholm Center for South Asian and Indo Pacific Affairs (SCSA-IPA), con sede en Suecia y vinculado al Institute for Security and Development Policy (Instituto para Políticas de Seguridad y Desarrollo), buscó llamar la atención sobre otro ecosistema vital que estaba pasando desapercibido.
La misión del grupo era traer el foco global a la emergencia climática que se agrava rápidamente en la Meseta Tibetana, frente a la militarización implacable de China, el saqueo de recursos y la construcción de infraestructura a una escala absolutamente innecesaria para la región.
El equipo participó en la 30ª edición de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2025 (UNFCCC COP 30) y también en diálogos de alto nivel en Río de Janeiro, para destacar uno de los puntos ecológicos más desatendidos del mundo, además de la crisis climática que se deteriora rápidamente en el Tíbet y en la región del Himalaya, como informó la agencia de noticias IANS el 14 de noviembre.
El equipo observó que los temas centrales de la COP30 —preservación amazónica, derechos ambientales indígenas y desarrollo sostenible— habían captado correctamente la atención global. Sin embargo, el grupo del SCSA-IPA destacó, en un comunicado, que otro ecosistema de importancia planetaria, el Tíbet, permanecía visiblemente subrepresentado en el discurso climático internacional.
“La Meseta Tibetana se está calentando casi tres veces más rápido que el resto del mundo, desencadenando un rápido retroceso glacial, degradación del permafrost y desestabilización de los principales sistemas fluviales”, señaló el comunicado.
El informe dice que, en reuniones con climatólogos, expertos en derechos indígenas e investigadores ambientales en Belém, Panda enfatizó que las consecuencias del deterioro ambiental en el Tíbet se extendían mucho más allá de las fronteras de la República Popular China.
La Meseta Tibetana alimenta diez grandes sistemas fluviales, sustentando a casi 2 mil millones de personas en el sur y sudeste asiático. La pérdida de reservas de hielo, los cambios en los patrones de precipitación y la intensificación de la escasez de agua aguas abajo pueden remodelar la seguridad alimentaria de la región, la planificación energética, la vulnerabilidad a desastres y la dinámica geopolítica, señaló el comunicado.
El texto continúa afirmando que la crisis se agrava por la expansión de la hidroinfraestructura de Beijing, incluyendo presas y proyectos de desvío a lo largo de grandes ríos transfronterizos. Añadió que el recientemente propuesto Proyecto de Desvío de Agua de Medog, de China, se destaca como una iniciativa con profundas implicaciones para los países aguas abajo, capaz de alterar el equilibrio ecológico de la cuenca del Brahmaputra y agravar las inseguridades regionales.
Además, “las presiones de la minería añaden otra dimensión a la amenaza ecológica. El aumento de la extracción de litio, tierras raras, cobre y otros recursos en todo el Tíbet ha perturbado terrenos montañosos frágiles y ha contribuido a la degradación del suelo y la pérdida de hábitat. Simultáneamente, el desplazamiento forzado de comunidades nómadas tibetanas ha debilitado sistemas de larga data de manejo ambiental de alta altitud”, dijo el comunicado.
Anteriormente, al divulgar su informe a principios del mes pasado, antes de la conferencia COP30, el SCSA-IPA afirmó que China había transformado la Meseta Tibetana —uno de los ambientes más frágiles del mundo— en una zona de extremo estrés ecológico bajo su modelo estatal de expansión de infraestructura, militarización y extracción de recursos.
El informe, titulado “¿Hacia dónde va el Tíbet en la agenda de la crisis climática?”, reunió a más de 20 expertos internacionales para examinar el colapso ecológico acelerado de la Meseta Tibetana y sus amplias implicaciones para la seguridad hídrica de Asia, la estabilidad regional y la gobernanza climática global.
