Historia del Tíbet

El Tíbet fue inicialmente unificado en el siglo 7 d.c., bajo la soberanía del Rey Songtsen. Tíbet fue una de las potencias más fuertes de Asia durante los siguientes tres siglos, tal como confirman una inscripción en un pilar al pie del Palacio Potala en Lhasa y las historias chinas de la era Tang.

Tíbet y China llevaron a cabo un tratado de paz formal entre los años 821/823, el que demarcó las fronteras entre los dos países y aseguró que, “Los tibetanos han de ser felices en Tíbet y los chinos han de ser felices en China”.

Influencia mongol

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Conquistas y movimientos de Genghis Khan y sus generales.

En el siglo XIII, el imperio mongol de Genghis Khan se expandió hacia Europa en el oeste y China en el este. Con el fin de evitar la conquista del Tíbet, los líderes tibetanos de la escuela Sakya llegaron a un acuerdo con los gobernantes mongoles, en el que los lamas tibetanos prometieron bendiciones y enseñanzas religiosas a cambio de protección.

Los mongoles nunca integraron la administración del Tíbet y China, o anexaron el Tíbet a China de manera alguna. El Tíbet rompió los lazos políticos con el emperador Yuan en 1350, antes de que China reobtuviera su independencia de los mongoles.

Otras influencias
Al principio del siglo XVIII China envió un comisionado chino a Lhasa para hacerse cargo del gobierno; dos mil soldados chinos permanecieron en Tíbet. Diferentes facciones tibetanas se rebelaron contra la situación.

En 1904 los británicos enviaron un fuerte contingente militar e invadieron Lhasa, abriendo así la frontera con India.
En 1907 se firmó un nuevo tratado entre Gran Bretaña, China y Rusia que otorgó a China la soberanía sobre el Tíbet.
En 1910 el poder central Qing ejerció por primera vez el Gobierno directo sobre Tíbet.

Tíbet independiente (1911 – 1949)

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Decimotercer Dalai Lama (1876 – 1933)

En 1911 la proclamación de la República en China obligó a las tropas estacionadas en el Tíbet a regresar, oportunidad en la que el Tíbet proclamó su independencia bajo la guía del Dalái Lama.

En 1913, Tíbet y Mongolia firmaron un acuerdo reconociendo su mutua independencia de China.

Al estallar la Revolución de Xinhai y la Primera Guerra Mundial, Tíbet dejó de ser de interés para las potencias occidentales y China. Entonces el decimotercer Dalái Lama tomó el Gobierno del Tíbet sin interferencia de otros países.

Desde 1911 a 1949, el Tíbet evitó exitosamente la influencia extranjera indebida y se comportó en todo aspecto como un estado totalmente independiente. Tenía su propia moneda, su propio Gobierno, su propio ejército. Mantuvo relaciones diplomáticas con otros países (Nepal, Bután, Gran Bretaña, China y luego con la India independiente) y firmó tratados con otros países.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Tíbet permaneció neutral a pesar de la combinada presión por parte de Estados Unidos, Gran Bretaña y China para permitir el paso de materias primas por Tíbet.

Tíbet jamás mantuvo relaciones internacionales extensivas, pero aquellos países con los que sí lo hizo, trataban a Tíbet como lo harían con cualquier estado soberano. Su nivel internacional no era distinto, digamos, al de Nepal. Entonces, cuando Nepal postuló a la membrecía en las Naciones Unidas  en 1949, citó su tratado y relaciones diplomáticas con Tíbet para demostrar su completa personalidad internacional.

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Palacio Potala antes de la invasión china.

La invasión del Tíbet
En 1949 el Ejército Popular de Liberación chino entró en el Tíbet.

En 1951 el Gobierno Chino impuso el llamado “Acuerdo de 17 puntos para la liberación pacífica del Tíbet” tras derrotar al pequeño ejército tibetano y ocupar mitad del país.

Debido a que este acuerdo fue firmado por coacción, careció de validez bajo la ley internacional. Los tibetanos tuvieron muy poca opción bajo la presencia de 40.000 tropas en el Tíbet, la amenaza de una ocupación inmediata de Lhasa y la perspectiva de la aniquilación total del estado tibetano.

El 10 de marzo de 1959 los tibetanos realizaron un levantamiento masivo en contra de la fuerza invasora de China, que se conoce como el “Levantamiento Nacional Tibetano”. China aplastó la rebelión con la ayuda de sus milicias, provocando la muerte de 87.000 tibetanos sólo en la región de Lhasa. Su Santidad el decimocuarto Dalái Lama y sus principales colaboradores se vieron obligados a escapar hacia la India.

Situación posterior
Durante los siguientes años, el Dalái Lama ha buscado el apoyo de la ONU, la cual emitió las resoluciones adoptadas por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1959, 1961 y 1965, solicitando a China que respetara la autodeterminación del pueblo tibetano.

En 1988, el Dalái Lama modificó sus demandas con la intención de llegar a un acuerdo y propuso la creación de un Tíbet democrático y con Gobierno autónomo, en asociación con la República Popular de China.

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Policía china golpeando civiles tibetanos

El mismo año se produjo una oleada de protestas que derivaron en acciones violentas y que fueron duramente reprimidas por el entonces jefe del Partido Comunista Chino en Tíbet, Hu Jintao.

En marzo de 2008 se desencadenó una revuelta con un número de víctimas por determinar. Ante estos disturbios, algunos países se plantearon la posibilidad de no acudir a los Juegos Olímpicos de Beijing. La celebración de los Juegos Olímpicos en Beijing en 2008 generó protestas por parte de tibetanos y simpatizantes de la causa tibetana en todo el mundo.

En marzo de 2010 surge entre los tibetanos una nueva forma de protestar (quemarse a lo bonzo) contra la represión que sufren. Estas manifestaciones han continuado hasta la fecha, y los esfuerzos del Gobierno Tibetano en el Exilio y de Su Santidad el Dalái Lama por lograr un acuerdo mutuamente aceptable con China, no han tenido respuesta.

Su Santidad el Dalái Lama continúa viajando por el mundo compartiendo su pensamiento y propuesta para el desarrollo de una mayor tolerancia, compasión y ética secular en el mundo actual.